1/7/10

Celulares: la resistencia es inútil

Aceptar, estar ubicable y depender las 24 horas de un teléfono ya es bastante, pero el problema no termina ahí: hay que estar preparado para todas las sorpresas que el mundo del celular tienen para uno

Por Luis Davelouis Lengua
El Comercio


En 1994 —solo dos años después de hacer su oneroso y tímido ingreso al Perú— los celulares ya casi eran de uso generalizado en Lima.

Como con todo lo nuevo, algunos los acogieron de inmediato mientras que otros nos resistimos todo lo que pudimos a lo que considerábamos una novelería de lo más inútil. Después de todo, la especie humana ya tenía un millón de años de haberse bajado de los árboles y, ciertamente, ni las guerras ni el medioevo se hubieran evitado con teléfonos. Pero con el sustento asegurado, la barriga llena y un techo sobre nuestras cabezas, el resto de necesidades nos las inventamos. Claro, las más burdas.

No obstante, llega el momento en que la aceptación en masa obliga a los pocos independientes que quedamos a acogernos al sistema y ceder: “me avisas cuando estés en la puerta para salir a encontrarte”. Tal pregunta no tenía sentido hasta antes de que aparecieran los celulares. (No, señores, en el Perú el beeper siempre fue mantequilla porque para enviar el mensaje diciendo que nos estamos congelando en la puerta había que tener sencillo, un teléfono público que funcionara a la mano, una operadora que atendiese y que la otra persona también tuviera beeper.)

LLÁMAME
Una vez aceptada la derrota y decidida la adquisición del aparatito de marras, es momento de tomar más decisiones como qué operador utilizar y qué plan elegir lo que —salvo que el dinero jamás sea un problema— representa una seria cuestión.

Todos sabemos que es más barato llamar dentro de la red de un mismo operador, pero son poquísimos los usuarios de telefonía celular que saben exactamente cuánto cuesta el segundo de comunicación de su celular al de otro operador o cuánto un mensaje de texto o multimedia si lo envía en la ciudad, el país o hacia el extranjero (y el costo también varía de acuerdo al país que recibe el mensaje).

De hecho, encontrar el tarifario en las páginas web de los tres principales operadores de telefonía no es fácil. Haga el intento y al final decidirá que mejor es llamar a preguntar. Pero eso sí, tome lápiz y papel porque las tarifas cambian también de acuerdo al horario.

Además, las tarifas son distintas si los mensajes de texto o llamadas están dentro de su plan o son adicionales. Por ejemplo, para un plan Tarifa Única 65, de Telefónica, un mensaje de texto tiene un costo de S/.0,27, un mensaje multimedia S/.1 y una llamada alrededor de S/.0,42 a cualquier destino (tuvimos que calcularlo, porque no lo conseguimos por ninguna parte). Por otro lado, fuera del plan las tarifas son S/.0,5 por mensaje de texto y un minuto de comunicación US$0,80 pero, puede ser más si el número de destino pertenece a otro operador.

Como decíamos, todas las tarifas cambian de acuerdo al plan y al operador (darle una ojeada a nuestra página web donde encontrará más detalle al respecto) y eso que no estamos incluyendo aquí el costo por paquete de datos (Internet) ni WAP.

Todo ello hace prácticamente imposible que los planes puedan ser comparados entre operadores. Por ello, muchas personas optan por adquirir un plan prepago que es de lejos el más caro pero también el más simple. En términos prácticos, es como si hacer más comprensible el servicio o producto fuera más caro para el operador.

Es cierto, el equipo tiene un costo que se subsidia con el pago mensual en un plan pospago y existen otras consideraciones técnicas. Ninguna, sin embargo, (ni aun las regulaciones de Osiptel) justifica un sistema tan complicado de entender que prácticamente nadie sabe cuánto le cuesta un minuto de comunicación. Al menos, nadie que yo conozca.

TODO SOBRE MI MADRE
Cuantas más personas se integren, las que queden fuera buscarán instintivamente integrarse también a costo de quedar fuera del sistema. Es simple, la exclusión (incluso la autoexclusión) equivale a la expulsión y el hombre es un animal gregario que necesitó siempre del prójimo para sobrevivir. Fórmula imbatible: es esa necesidad adquirida de pertenecer la que explotan los operadores a través de la publicidad para extender Internet y los celulares. Nuevas necesidades.

“Cómprate un celular, por si acaso”, le decíamos a mi madre. “De ninguna manera, no me da la gana de estar ubicable… toda la vida me las he podido arreglar yo sola ¡no necesito un aparatejo de esos!”, Respondía ella.

Hasta que un día, de noche, regresando a su casa, la chocó un taxi y ella se había olvidado sus papeles y no tuvo manera de comunicarse con alguien.

No ha dejado de detestar el aparato y se compró el más barato que pudo pero ahora “lo necesita”. De locos.

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