La ciudad a casi 200 kilómetros de Río tiene una geografía muy particular. Parece una isla aunque está bien unida al continente y tiene playas de todos los colores y para todos los gustos. Algunas de arena colorada, otras de pescadores y otras más aisladas ideales para las parejas como la Ferradurinha. Además, el centro pintoresco con calles de adoquines le da un buen plus a las noches.